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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Café y cruasán

Posiblemente escriba porque creo que tengo algo que contar. Las personas guardamos objetos a modo de recuerdo como puedan ser fotografías, cartas o autógrafos que sirven para hacer memoria de un momento vivido; aquí pasa un poco de lo mismo, creo que puedo regresar a un día en concreto de mi vida como hacemos con la hemeroteca de los diarios digitales para refrescar una noticia en nuestra mente. Por desgracia, el almacén de mi disco duro tiene que ir soltando información para que entre otra nueva así que uso el blog como album de vivencias ordenadas por fecha de emisión. Claro está que soy un tío sencillo y normal, aquí no hay efectos especiales ni ciencia ficción como para que pueda resultarle interesante a alguien. No va por ahí.


Estoy viendo la tele y veo en un canal cualquiera a una mujer en el interior del ventanal de una cafetería, está sentada en taburete, mirando hacia la calle apoyando los codos en una barra que hace ángulo recto con el escaparate. Está desayunando un café con bollos y zumo de naranja, se supone que hace frío pues mantiene su abrigo gordo de borreguillo en el interior. Se la ve humilde, como si fuese mendiga. Me alegro de que si es así pueda estar comiendo como una reina porque tal como lo siento significa que, aunque haya crisis y la peña no tenga trabajo, para comer sí hay. Recuerdo haber leído La Colmena de Cela y sus protagonistas tomaban café de recuelo porque no había ni para eso. Hoy se vive mejor aunque muchos nos quieran hacer creer que vamos muy mal.