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sábado, 6 de noviembre de 2010

Historias de packing list

Desde hace varios años compro productos a través de internet. La primera vez fue como esa primera vez: miedo a que no salga bien, a no estar a la altura, a que te quiten algo que es tuyo, a no saber como desenvolverse, ... una vez superada la fase ignorancia todo se desarrolla con normalidad en la mayoría de los casos.

He pedido estos días un dossier de productos relacionados con las Artes Gráficas porque estoy interesado en retomar trabajos de impresión, métodos de estampación que dejé abandonados cuando me dediqué a tiempo libre completo a las obras de mi casa. Materiales como tintas, mallas, marcos, emulsiones, ácidos, planchas, papeles especiales, ... salen por un ojo de la cara en comparación a facturas antiguas -en pesetas- que tenía de estas mismas empresas. Comprar por internet ya no es tanto chollo en cuestión económica pues los precios se han equilibrado con respecto a lo que nos encontramos a pie de calle. Por supuesto que sigue siendo útil cuando hablamos de productos específicos que no se encuentran con facilidad en una tienda física pero en cuanto a objetos comunes, de fácil acceso, las cosas han cambiado.

Vuelvo a pisar tierra y cierro la tabla de precios pues en muchos casos son prohibitivos. No sé como podía haber comprado algo entonces aunque pienso lo mismo de las zapatillas de marca y de niño yo mismo las calzaba, ahorrando lo que hiciese falta para conseguir otras nuevas.

En casa dispongo de alguna reliquia como pinturas al óleo, tela y carboncillos así que del mundo de las Artes Gráficas en general me olvido por ahora y me conformaré con pintar garabatos hasta que funda todo lo que tengo. Son alternativas de bajo presupuesto.