Cuando muchos de nosotros pensamos que tenemos un lugar en este mundo; cuando creemos que esforzarse en la vida lleva a conseguir las metas que te propongas; cuando pretendemos estar por encima del bien y el mal; cuando nos hacemos fuertes o lo aparentamos; cuando logramos estabilidad....viene una ola y arrasa pueblos, vidas, sentimientos, civilizaciones.
Con respecto a la naturaleza, los seres humanos no somos nadie, simples seres vertebrados que como tales se rompen a la mínima. No soportamos el calor extremo, ni el frío, ni las tormentas, ni la carencia de oxígeno, ni siquiera un golpe brusco o una presión indebida; debajo del agua no aguantamos nada, no somos anatómicos, no volamos tampoco de manera natural y nos desplazamos con medios artificiales para avanzar una mayor distancia.
Por toda esta serie de cosas y muchas más que dejo en el tintero no me creo tan especial como para pensar que lo que hoy ha sucedido en Japón no pueda ocurrir en un futuro aquí. Lamentablemente podemos estudiar geología, astrofísica, matemáticas pero no conozco a nadie que haya dicho con unos días de antelación que iban a desaparecer del mapa poblaciones como Miyagi a consecuencia de la subida de las aguas. Familias enteras que han perecido al igual que lo han hecho sus ilusiones, sus metas, sus esfuerzos por salir adelante.
Del color que yo lo veo, me pregunto: ¿Dónde estaban los videntes de los 806 en los días anteriores a que todo esto sucedió?, ¿Y Dios-Yahvé-Alá-Confucio?. Claro, no me acordaba, la historia se escribe así, a base de desgracias, para que el ser humano aprenda. Grandes misterios esotérico-religiosos que continúan alimentándose en pleno siglo XXI.