Cuando papá y mamá dejan de ser protectorado oficial ya no queda más remedio que tirar millas. En mi casita ya no queda gasoil para la calefacción y no hay dinero para rellenar el tanque. Somos dos pingüinos en un sofá del polo norte: blancos, rígidos como estacas, con la nariz fría como las piedras y los pies sin sentimiento. No, tampoco tenemos leña para la estufa de la cocina porque se nos acabó el finde asi que hoy va a ser una noche a unos molones cinco grados de temperatura. Mi novia tiembla sólo de pensarlo.
Espero que sea la última ola de frío de la temporada, hasta el año que viene no creo que podamos poner la caldera de nuevo porque hay que ajustar el cinturón después de querer irnos de vacaciones en invierno. Supongo que la moraleja es que no da la pasta para todo, ya la conozco de otras veces. Que nos quiten lo bailado, tú a los carnavales de Tenerife y yo a esquiar a Sierra Nevada. Si no hacemos estas cosas no nos vamos a ningún sitio, los dos sabemos que tienes toda la razón cuando lo dices aunque me joda reconocerlo y ahora esté pelándome de frío acordándome de lo que me gasté de jarana.