Cuando miro las estadísticas del blog y encuentro entradas de gente que vive en sitios como Singapur, Canadá, Australia, Chile, Irán, Rusia, ... me entra la risa floja. Confirma las espectativas que tengo sobre la red, en la vida real resultaría imposible para un tío normal como yo acceder a lugares como estos de los que hablo. Impresionante.
La primera vez que sentí la curiosidad de echarle un ojo a la audiencia me corté a hacerlo, por cuestión de principios consideraba imprescindible no prestarle atención; al igual que todavía hago con los blogs que hablan de temas parecidos a los que yo comento, del color que yo lo veo significaría contaminar la frescura que hizo nacer esta idea de publicar para uno mismo a los cuatro vientos; bueno, es una forma de llamarlo. Para autoconvencerme de que no corrompería mi personalidad si pinchaba sobre el botón Estadísticas, pensé en lo que comento en el parrafo anterior: ¿Dónde se puede llegar con esto sin publicitarse de ninguna manera ni comentárselo a nadie?, la respuesta apareció en el mapa de visitas. Mágico.
Aunque muchas de estas personas hayan cerrado la página en cuanto la abrieron por carecer de interés, estar en otro idioma, ser un pestiño, accidentalmente, no encontrar lo que buscaban, ... han conseguido que realice uno de mis sueños más deseados: expresar mi opinión sin barreras ni influencias. No es que tenga nada que aportar, es una forma de soltar lastre y opinar sobre historias que resultaría dificil de hablar con los colegas. Por circunstancias personales tenía la necesidad de escribir, muchas veces hace falta un empujón emocional para volcarse en algo íntimo como pueda ser un blog. Energía liberada.