Hoy a las dos de la mañana ha nacido la hija de mi hermana, por lo tanto mi sobrina, que viene a sumar enteros para echarle una mano a su madre el día de mañana con las tareas del hogar. Falta le va a hacer que la niña le salga espabilada porque entre el trabajo, dos niños, su marido en Madrid por semana y demás actividades extraordinarias va a tener que arañarle tiempo a todo como hace su hermano, que aunque no tiene hijos es peor que si los tuviera. Disponer de una madre como la nuestra ayuda bastante, es un cielo de mujer.
La progresión de nuestra familia va mejor que la economía del país: hace un mes nació otro sobrino -por parte de mi novia- y con esta última llegada ya son siete los elementos de nueva generación que pululan por aquí. El mayor tiene dieciséis y es más un coleguita que un sobrino; aparte de ser un chaval cojonudo tiene unas aficiones parecidas a las mías así que digamos que es un poco el ojito derecho de su tío político; la pequeña, con sólo unas horas de vida, viene a colmar de felicidad a sus padres y a su abuela materna pues lo deseaban tanto como el primero, que a día de hoy cuenta con tres años y dieciocho días.
Le deseo a mi sobrina la mayor salud y felicidad posible porque eso multiplicará por mucho la alegría de su familia.